sábado, 22 de enero de 2011

Día del teatro cubano: "SUCESOS DEL TEATRO DE VILLANUEVA."

Teatro de Villanueva, La Habana hacia finales de los años 1860. © Col. Javier de Castromori.

Un hecho horrible ha ensangrentado por primera vez La Habana. La sangre de los cubanos, como de los puertoriqueños. ha empezado ya á empapar el suelo, como si la huella de España en América hubiera de ser siempre cruenta. ¡Triste destino el de la nación española! Deber á la casualidad, ó al despecho del génio, el descubrimiento del Nuevo Mundo; hacer en su conquista prodigios de valor y de arrojo, que espantan y admiran: mirarse dueña de vastísimos y florecientes imperios que la elevaron á crecidísima altura; y no tener en cambio un sólo momento de previsión y de rectitud para lo porvenir. España desconoció las señales de los tiempos y el castigo fué proporcionado á la falta: no supo crear corazones donde explotaba fríamente á sus subditos —y todo su imperio se desplomó con pasmosa rapidez—en el instante mismo en que sus bayonetas dejaron de apoyarse sobre el pecho de los españoles nacidos en América. Siempre la adoración de la fuerza: siempre un exceso de amor propio cubriendo con sus harapos la debilidad nacional! Las lecciones de la Historia han sido inútiles: la política de España en América es eternamente la misma: sangre y fuego.
Inglaterra escarmentó en las márgenes del Delaware: cuando de su antigua colonia surgieron los Estados Unidos de América, Inglaterra formó en Canadá el modelo de todas las Colonias, adoptando un sistema enteramente contrario al que había seguido hasta allí. España pierde á Venezuela, pierde al Perú, pierde á Méjico, pierde á Santo Domingo; lo pierde todo en el Nuevo Mundo, menos Cuba y Puerto Rico. —¿Cuál es su política entonces? ¿En qué varia su administración, que tales resultados le habia dado? ¿cuáles su enmienda? Encallarse en el error. Sostener las mismas leyes; aumentar las facultades dictatoriales de los Capitanes generales: sembrar desconfianzas para que naciera el odio: desconocer por completo las condiciones geográficas de Cuba y Puerto Rico: olvidar que á dos días de sus fértilísimas playas, y en continuo trato con ambas islas, se levanta el coloso de la civilización moderna, con la bandera de la libertad y del verdadero órden desplegada más alta que ninguna; y empeñarse en sostener en pleno siglo diez y nueve todo el sistema de vejámenes y de tiranía que tan amargos frutos le había producido! Y esto no es la manera de ver las cosas del pueblo ignorante: esta es la predicación diaria de sus periódicos que tienen especial cuidado de desfigurar los hechos para mantener el mismo estado de cosas. Los crímenes del teatro de Villanueva no reconocen otro origen: son el resultado natural, inevitable de la política de España en América : «no hay más razón que la fuerza, no hay mejor argumento que la bayoneta.»
Lo sucedido el viérnes 22 en Villanueva, es para los que conocen la historia, la simple repetición de un drama, cuyo prólogo empezó con la conquista— cuya catástrofe se quiere inconsideradamente precipitar...
¿Quiénes son estos voluntarios que por su propia cuenta asesinan á un pueblo indefenso, en un teatro en que había mujeres y niños, sino los descendientes en línea recta de aquellos castellanos que en Caonao y ante el horrorizado Bartolomé de las Casas degollaron á toda una tribu de indios? Aquí,—como dice el Diario de la Marina y dignos colegas—hubo una causa: se proferían en el teatro vivas sediciosos—se ultrajaba á España y «cada ultraje á España suena como una bofetada en el rostro de los buenos españoles, como una palabra sacrílega en un santuario!»
Allí —también hubo una causa; los dos mil indios que fueron valientemente asesinados por la soldadesca de Pánfilo de Narvaez, «miraban con atención á las yeguas, lo que daba que sospechar en su intención.» (1) El origen es siempre el mismo!
 Vista panóramica de la Calle Zulueta en 1860. El poste al centro marca la intersección de Zulueta con Trocadero. A la izquierda el Teatro de Villanueva,  y a la derecha, al fondo, la Iglesia del Santo Angel Custodio. © Fotografía: cortesía de Derubín Jacomé.
Al hacer las apreciaciones sobre los sucesos de Villanueva —nos guiamos por la relación que de ellos hace el Espectador Liberal, periódico redactado por un peninsular— que no debe ser sospechoso de parcialidad.
El jueves 21 se habían dado «vivas» imprudentes «á Cuba» á «Céspedes» á la «Independencia;» y estos vivas —cuya inconveniencia somos los primeros en reconocer, se repitieron la noche del viernes— en una función anunciada á favor de «unos insolventes»—á favor de la «insurrección» según algunos quisieron suponer.
El Gobierno del general Dulce, hijo de la revolución de Setiembre, que acaba de proclamar todas las libertades, no podía, sin ser inconsecuente con sus mismos principios, ni prohibir la función, ni prohibir los vivas. Las manifestaciones públicas pacificas, son un derecho, y los derechos no se coartan, so pretexto de conveniencia, sin cometer un acto de tiranía. Pero en La Habana existen masas armadas, excitadas por la patriotería reaccionaria del Diario de la Marina, y de la Prensa que se creen más españolas que el mismo Gobierno, compuestas en gran parte de gentes en las cuales la energía de los sentimientos no está dulcificada por educación alguna, y que de buena fe creen cumplir un deber del más alto aprecio, al dejarse guiar por las aviesas intenciones de sus principales y de los órganos de sus principales en la prensa. Estos voluntarios creyeron de su deber vengar aquellos gritos —que sonaban en sus oídos como otras tantas bofetadas.
En efecto: al terminarse la pieza cómica El perro huevero... en medio de los aplausos y los vivas —se oyó en el exterior del teatro un tiro— señal convenida según de público se dice, entre un salvaguardia y los voluntarios, que estaban apostados en el costado de Villanueva por la parte del foso. Estos valientes defensores del orden y del principio de autoridad empezaron á hacer descargas cerradas contra la indefensa muchedumbre —que procuraba salvarse ó defenderse como podía, y á quien no bastaba el clásico. «Viva España» para escapar á la rabia de aquel tropel de frenéticos.
Las autoridades legítimas procuraban en vano aplacar á los voluntarios —que ya á las once rodeaban el teatro en número de más de mil.
El estrago fue atroz, muchos los muertos y más los heridos: contándose entre los primeros dos señoritas y un niño!
La injuria se había lavado: la fuerza bruta había correspondido perfectamente al llamamiento del Diario de la Marina y de la Prensa. España había aceptado una vez más las tradiciones de su historia.
El ánimo se contrista ante sucesos tan graves, y el rubor y la vergüenza hacen salir los colores á la cara —de los que no podemos negar la identidad de raza ¡Y en verdad que el cuadro era digno y noble! La autoridad constituida— dejando escapar libremente en «vivas» imprudentes, pero inofensivos, el vapor condensado en tantos años de oprobio y de tiranía: los voluntarios armados por esa autoridad para mantener el órden —sobreponiéndose á sus miras y á sus fines y convirtiéndose en verdugos— de mujeres y de niños, al grito de «viva España.» El hecho sobre el derecho!
Pero no un hecho casual, no un acto de ofuscación producido «por la provocación que exhalta» ó por la pólvora que embriaga; sino un crimen preparado fríamente y á mansalva, con todas las circunstancias agravantes de la más negra perfidia. Los voluntarios nada tenían que hacer en el teatro de Villanueva: el Gobierno tenia conocimiento de lo ocurrido la noche antes y envió allí la policía que creyó bastante: ¿qué hacían aquellos voluntarios, armados y ocultos en el foso? ¿En virtud de que órden se habían reunido allí? ¿Quién los había encargado de vigilar el órden, cuando no prestaban el servicio de plaza?
Los voluntarios faltaron al órden sobreponiéndose á lo mandado por la autoridad constituida: los voluntarios fueron premeditadamente á saciar en un pueblo indefenso sus instintos de sangre excitados por las continuas declamaciones de la Prensa y el Diario de la Marina. El Diario de la Marina que ayer se estremecía por la muerte de Maximiliano —en Méjico— no porque hubiera muerto un hombre, no.... sino un archiduque, sino un hijo de reyes, un emperador! El Diario de la Marina que llamaba á todas las monarquías de Europa á avergonzarse en Méjico y que profetizaba que no surcaría ya más el golfo ningún marino con armas reales en la popa y que hoy es liberal! Baldón sobre los que así ultrajan los fueros de la verdad y de la justicia.
La noche del 22 de Enero es una página más... esperanza en Dios.

(El Buscapié.)
Crónica de las Cortes constituyentes de 1869 y de los acontecimientos políticos de España durante el período legislativo. Tomo primero, Imprenta de Manuel Galiano, Madrid, 1869, pp. 876-878.

(1) Quintana, Vida de Las Casas, pág. 435.

lunes, 3 de enero de 2011