domingo, 22 de febrero de 2009

Carta de un paleto de aquí á un paleto de allá.

Emilio Bobadilla y Lunar (1862-1921) más conocido por su nombre de pluma: Fray Candil. Caricatura de Cilla para el Madrid Cómico, año VII, 22 de octubre de 1887, n° 244.
Mi querido tío Juan: me alegraré que al recibo de ésta se halle usted tan bueno como yo para mí deseo. Su última carta, que usted le dictó al cura, me ha alegrado mucho. Por ella sé que toda la familia goza de salud. Aquí no somos tan religiosos como allá. Usted todavía cree en la Virgen de Covadonga y va á las fiestas de San Isidro. ¿Se acuerda usted, tío, cuando nos revolcábamos en la Pradera como cerdos? Verdad que yo voy civilizándome. Soy Conde (¡asómbrese usted, tio!) y figuro en primera línea entre los de mi partido. Este es el gran país. En Indias se hace dinero por castigo, sin ayuda de la Virgen de Covadonga. Me recuerda usted en su carta los tiempos aquellos en que yo ayudaba á dar vueltas á la noria del pozo. Agrega usted que la burra torda se ha muerto. Lo siento: pero no vale cosa, ni merece que usted se aflija. Burras hay muchas, y burros... ¡Virgen santa...! ¡Si usted supiera, tío, los burros que hay en mi partido, empezando por mí!
Pronto tendré el gusto de darle un abrazo, si salgo deputado, que lo espero. ¡Yo deputado, tío ! ¿Qué le parece á usted? Pregúntele al cura lo que quiere decir la palabra deputado. Y hablaré en las Cortes hasta por los codos, y votaré un presupuesto que aplaste. ¿Pero no sabe, tío, que soy orador? He hablado cuatro o cinco veces, y he citado á Pelayo, á Vazquez Nuñez de Balboa, (citas que he tomado del Diario de la Marina) y me han aplaudido á rabiar. Soy un presonaje como dicen en la aldea. Me pongo casaca y fraque y chistera; concurro á las recepciones del Capitán General y al tiatro. ¡Si usted me viera, tío, con guantes y corbata blanca! ¿Y cuando voy al tiatro? Todo el mundo me dice : – ¡Salud, Conde! – Cuéntela usted todo esto á la tía Maruja que ella gozará mucho porque sé que me quiere. Me he acordado muchas veces del capítulo aquel del Quijote en que Sancho disputa con su mujer Teresa Panza á propósito del casorio de Marí Sancha.
Yo he leído el Quijote. ¿Qué se figura usted?
He visto á Mazzantini en la Plaza de Toros.
Es un gran torero y un chico guapo, si les hay. Todas las noches voy á Tacón (uno de los teatros más grandes de América, y el más sucio) (I), á ver á Sarah Bernhardt. Sufro mucho, tío, porque yo no sé francés. Entra un amigo en el palco y me dice: – Bon ami, bona nit. – Como si me dijera: Ven á mi, bonito. Y yo contesto muy serio: – Tre bien, madama. – Nadie habla más que francés. Sarah Bernhardt, francés ; el público, francés. A cada momento me figuro que me están mentándome la madre. Cuando alguno me saluda de lejos le contesto á regañadientes : – La tuya, – por si acaso.
Mi elemento es la política y por la política he subido. La política de aquí no es la política de Ingalaterra que tanto citan los autonomistas. ¿Quiere usted medrear haciendo política en Cuba? Pues grite usted: – Ante todo soy Español, y todo lo que no sea España y sus derivados no lo quiero por mi casa. Usted es un separatista; usted no tiene derecho más que para ver, oir y callar. ¿Quién descubrió la América? Nosotros. – ¿Quién civilizó la América? Nosotros. – ¿Quiénes fueron vuestros padres? Nosotros. – Y al que se desmande componte y tente tieso. – ¿Sabe usted lo que es el componte, querido tío? El componte es… La guardia cevil que se lo enseñe.
Que me lleven los demonios si creo en nada de lo que digo. Pero, tío, eso es lo que produce, y en Cuba no circulan las calderillas. Pero ya nuestra maruga no suena. Ya el grito de ¡Viva España! no enardece los corazones leales. No le extrañe á usted, tío, esta mi franquesa. Alguna vez había de hablar con el corazón, ya que casi siempre hablo con el estógamo. Soy, como quien dice, un ventrículo.

Primera página de Escaramuzas (sátiras y críticas), publicado en Madrid en 1888 por la Librería de Fernando Fé.
Esta es una tierra excelente. Los hijos del país son muy simpáticos y, sobre todo, muy despilfarradores. Todo lo que tienen se lo gastan con las mulatas ó en los gallos. Ellos se figuran que nosotros le odiamos. Y no hay tal cosa. Pero la onza de oro ¡tiene un brillo tan hermoso !
Le mando á usted media docena de cajas de azúcar y un millar de tabacos de los buenos, de los de mi vega, y le giro una letra de cien duros, como regalo de año nuevo. Acéptelos usted, tío, como un recuerdo de su sobrino que no le olvida. ¿Quien había de decir, tío, que aquel rapaz, que desgranaba, a la luz de una bujía, el trigo, andando el tiempo, había de llegar á ser conde? Mi trabajo me ha costado. ¿Sabe usted las amarguras que yo he sufrido? Entré, como usted sabe, de dependiente en una bodega. Poco a poco, bautizando el vino con más nombres que tiene el calendario, y añascando lo que podía, y vendiéndolo de contrabando, todo, entre palabras injuriosas y privaciones, he llegado á ser lo que soy.
Más tarde, cuando estallo la guerra, especulé con la ración del soldado, del pobre soldado que derramaba su sangre en defensa de la patria. No le digo nada de la trata de negros. Los negros me han hecho blanco. Me casé y tengo cuatro hijos, criollitos todos y monísimos. Tío, créame usted, no se puede ser intransigente cuando se tienen hijos. ¡Qué lucha! Yo, integrista rabioso, y mis pequeñuelos criollos. ¡Se arma cada zalargada en la mesa á la hora de comer !
Integrista vale tanto como odiador de Cuba… ¿Y qué nos han hecho, tío, los criollos? Ellos nos quieren; ellos son buenos, como buenos somos nosotros los integristas, cuando no nos tocan al bolsillo. Tronamos contra la autonomía, no porque la autonomía sea mala, sino porque la piden ellos. Los catalanes piden lo mismo y nadie les tacha de separatistas. El día en que no quede una caña en los campos de Cuba, entonces no habrá integristas. Por estas, que son cruces. La España de aquí es muy distinta a la España de allá. Los criollos que vienen de Madrid hacen grandes elogios de los españoles de la Península. Nos pasa, cuando atravesamos el mar, lo contrario que al tabaco. El tabaco se bonifica y nosotros nos maleamos. La propaganda autonómica nos está haciendo daño. Hay muchos peninsulares que se han pasado á los autonomistas.
Nada, tío, que se nos acaba el jaleo. Por mi ya se podía haber acabado hace tiempo. Yo ya he hecho dinero. ¿Qué me importa que se hunda la Isla con tal de que no me coja el hundimiento?
Mañana se me antoja ir a cualquier parte, á París de Francia, por ejemplo. ¿Quién va a hecharse a averiguar si el dinero que tengo lo hice de buena o de mala manera? ¿Quién conoce este villorro ? Hable usted en París de Cuba. Como si hablara usted de mí, y eso que soy conde, y tres más.
Colón descubrió la América para que la explotasen los de mi calaña. ¡Ah! si Colón no descubre la América, á estas horas estaría yo todavia dando vueltas a la noria. Aquí, tío, se coje sin peligro de ir á la cárcel. Pero la cosa se va poniendo fea.

Hay algunos empleados de la Junta de la Deuda en chirona. Y lo peor es que ya no vale aquello de: – ¡Viva España! – Bueno, ¡viva! – dice la policía; pero á la carcel. – Verdad que a los pocos días le ponen a uno en libertad, bajo fianza.
Al primo que usted me recomienda lo haremos empleado, ó le suprimo los tabacos al menistro. ¡Y que no son pocos los tabacos que le mando al menistro! ¡Vaya con el menistro que se fuma cada breva tamaña! Lo malo que el primo no sabe escribir, pero ¡qué diantre ! yo tampoco sé escribir a derechas.
De mi partido los más no saben escribir. Somos como los soldados chilenos que figuran en Los Sobrinos del Capitán Grant. (Comedia, tío, muy popular en América). Y discutimos con los liberales y les ponemos de oro y azul. Ellos nos citan autores y libros, y nosotros le citamos al Cid, y á Daoiz y Velarde, y al Gran Capitán y Guzmán el Bueno, etcétera.
Nosotros les llamamos los intelectuales y ellos nos apodan eleuterios. Pero á la hora del escrutinio (que se lo explique el cura, tio), nosotros sacamos más votos que ellos. ¿Conoce usted á Vergez, tío? Es deputado por nuestra circuncisión, como dicen en La Gran Vía. (Zarzuela, tío).
Tenga usted influencias, tío, que el saber de nada vale. Sea usted amigo de los que manejamos el pandero; haláguenos usted y pida por esa boca. No le hablo de la literatura, porque usted no me entendería ni yo sé una palabra de eso. Aquí hay muchos periódicos. La Lucha es el único que nos entiende y el que sabe zurrarnos la badana. El País no nos toma en serio y discute. La Lucha nos trata de tú y se ríe de nosotros. El día en que San Miguel (ese gran farsante) se muera, será un día de regocijo para los hombres que defendemos la integridad en las Antillas. Ese maldito catalán nos trae á maltraer. ¡Como que no nos conoce y nos da cada paliza!
Adiós, tío. Memorias al tío Joaquín y á doña Nicomedes y usted disponga de su sobrino que le quiere de veras y no le olvida a pesar de la distancia,

El Paleto de Indias.

Por la copia,
FRAY CANDIL.

Habana, Enero de 1887.


(I) Nota del copista.

5 comentarios:

David Lago González dijo...

Una joya.

Anónimo dijo...

Qué sí! Cómo dice David: un vrai joyau.

Saludos
Mayda

Eufrates del Valle dijo...

Delicioso!
Como dice David, una joya.

Zoé Valdés dijo...

Una gozada, besos.

Isis dijo...

Woow, merveille pure.
Besos,
Isis